Oleado y sacramentado. Así quedó el nuevo templo parroquial San José de la Costa de Trovolhue tras los actos de consagración realizados el sábado 27 de octubre.
La celebración partió en la plaza del lugar donde fieles locales y de otros puntos de la Costa se congregaron para expresar públicamente su fe y alegría por la apertura del recinto religioso.
El recorrido hacia la iglesia fue encabezado por el obispo Héctor Vargas, el párroco Patricio Gutiérrez, diáconos y sacerdotes de parroquias vecinas.
Uno de los momentos más significativos se produjo en el frontis del templo con la entrega de llaves al obispo de parte de los maestros que participaron en la edificación. Luego, después de pronunciar una oración, monseñor Héctor Vargas dio tres golpes con el báculo pastoral a la puerta y finalmente movió la cerradura para abrir el templo.
Los fieles ingresaron asombrados y emocionados al contemplar la belleza interior del lugar. Más de alguno no pudo evitar el deseo de hacer fotografías y con celular en mano registró el hecho histórico.
Ritos
Durante la misa hubo varios ritos que establecieron la sacralidad del espacio. Algunos de ellos fueron la bendición con agua bendita a las paredes y la instalación de una reliquia de San Pío de Pietrelcina en el presbiterio. El obispo también ungió con el Santo Crisma el altar y los muros del templo.
En su homilía, el pastor diocesano reconoció el trabajo comunitario que promovió la materialización de la obra e hizo hincapié en el sentido del templo para los cristianos.
“El templo tiene que ser signo de lo que es la comunidad y la comunidad debe ser servidora de Jesucristo y como él, amar y servir a los demás, sobre todo, a los que más sufren, a los pobres, a los que lo pasan mal, a los que tienen problemas en sus vidas. Eso significa que hay que dar de comer al hambriento, visitar al que está privado de libertad, vestir al que está desnudo y hacerlo en nombre del Señor”, expresó.
Monseñor Vargas agregó que “el apóstol Pablo dice que ‘el verdadero templo está hecho de piedras vivas’, cuyo fundamento y piedra angular sobre el cual se afirma todo edificio es Cristo, el Señor, simbolizado en el altar (…) El Señor levanta su tienda en medio de las nuestras, él viene y se instala en medio de su pueblo para amarlo, servirlo, animarlo y defenderlo del maligno”.
Obra
Al finalizar la Eucaristía los feligreses recorrieron los rincones de su flamante casa de oración. Muchas miradas reflejaban satisfacción y sentimientos de felicidad por la culminación de un proyecto que se había ideado hace muchos años. Eso expresaba en su rostro Damián Leal, uno de los parroquianos que detalló la trascendencia del nuevo templo para Trovolhue. “Esto es motivo de alegría, porque después de tanto sacrificio y aportes de nuestros hermanos logramos esta casa de oración, de encuentro, de acogida donde vamos a vivir la vida en Cristo Jesús”, aseguró.
El integrante del Consejo Pastoral recordó el largo camino recorrido para concretar la obra. “Empezamos el 2002 con distintos párrocos, realizando bingos, curantos y muchas actividades que recibieron el apoyo de las 18 comunidades de base, de organizaciones y particulares”, señaló.
Según información proporcionada por el Consejo, la construcción del templo implicó una inversión de más de 155 millones de pesos y para reunir el dinero fue clave el aporte local, de la organización alemana Adveniat, del Obispado y empresas la Región.
El párroco, padre Patricio Gutiérrez, agradeció la contribución de todas esas entidades. “Esta comunidad es sencilla, es pobre. Si no tuviéramos la fuerza de Dios para aunar voluntades del extranjero, de empresas, de muchas colaboraciones; nuestro esfuerzo habría quedado ahí”, indicó.
Gutiérrez destacó además el contexto de crisis en el que se edificó la parroquia y al respecto dijo: “en medio de las dificultades la gente aportó, en medio de la crisis la gente dio testimonio de su pertenencia, de su arraigo con la Iglesia y de su fe. Esto nos desdice los delitos, la culpabilidad y la vergüenza, pero también hay personas que a través de la crisis afirman con más fuerza su fe y hacen más patente su pertenencia a la Iglesia”.
Arquitectura
El diseño estuvo a cargo del arquitecto Jaime Jouannet, quien al momento de imaginar la obra consideró tipologías de otros templos de La Araucanía. “La verticalidad que tiene este templo debe entenderse como la conexión hacia el cielo y también para que tenga presencia en el pueblo. Es una escala modesta y está hecho con materiales simples; tiene una proporción adecuada y una capacidad para 300”, puntualizó.