Hace 4 años, un 6 de junio del 2015, fue cuando Jaqueline Angélica Ahumada Vásquez vio un pequeño y desocupado kiosko en plena esquina de Arturo Prat con Balmaceda, frente a la plaza Pedro de Valdivia Nueva Imperial. En el instante sintió una señal, una intuición tal vez, que la motivó a contactar a la dueña:
“Fui a la muni a preguntar, de quién era, de alguien tiene que ser este kiosko pensé. Hasta que hablé con la dueña y me lo arrendó. Sentí inmediatamente que este lugar iba a ser especial para mí, fue una señal de Dios claramente”, enfatizó Jaqueline.
Entonces formó su propio local de comida al paso llamado Los 8 nietos: “debería llamarse los 9 nietos porque uno viene en camino…”, comenta la emprendedora entre risas.
“Nuestro emprendimiento partió con pura fe, nos lanzamos no más, tomando todos los riesgos económicos posibles”, expresa Jaqueline.
Del campo a la ciudad, de la capital al campo
De lunes a sábados Jaqueline viaja desde Ranquilco, sector El Toqui, hasta la ciudad de imperial. Alrededor de las 5 de la mañana Hugo González (“Mi negrito” como le dice Jaqueline) comienza a poner “las manos en la masa”, las que serán sopaipillas y empanadas; las que serán la comida de ejecutivos, padres, obreros, amigos y tantos trabajadores de ciudad acuarela.
Jaqueline en santiago teníamos un negocio en la comuna de Pudahuel. “Desde niña que yo venía a veranear, a ver a mi familia a Ranquilco y me encantaba, me costaba mucho irme del campo a la capital, lloraba y pedía al señor que nos diera algo para quedarme aquí y apareció este kiosko que nos ha dado algo de estabilidad…yo simplemente pedí y el señor me dio”, expresó con emoción.
El sacrificio de la excelencia
“Lo que no se ve es el sacrificio que hacemos” comenta Jaqueline con pasión y honestidad, pues temprano prepara el pino y después sale a vender: “la gente ve que uno vende y cree que es fácil, pero detrás de esto hay un tremendo sacrificio, nosotros no vendemos cosas añejas, entonces todos los días salimos a comprar los insumos”.
A cada cliente que llega le saluda, le pregunta cómo está, y es que Jaqueline sabe cómo tratar a su clientela: “lo que nos da este negocio es nuestro único ingreso, y le da de comer a toda mi familia, las masas y todo lo que usted ve aquí lo hacemos nosotros, los quequitos, las empanadas, con las masas mi negrito me ayuda, pero cuando está un poco ahogado le ayudo yo. Todos se lo debemos a los clientes y al señor”, confesó.
Con la harina en las manos y entre preguntas Jaqueline grita: “!A 200 pesos las sopaipillas, mi rey! ¡Todo hecho en casa!”. Y es que los productos del local Los 8 nietos destacan por su excelencia: “Hago las cosas como si fueran para mí”, comenta su dueña.
Levantarse de los atropellos de la vida
Ya han sido dos veces que les atropellan el local a Jaqueline, y se han levantado, pero “no gracias a mí, gracias al señor” nos comenta con ánimo de confesión. “Nos levantamos de los atropellos, fue este año, en el verano que pasó un auto y arrasó con casi todo, la demanda no quedó en nada finalmente, y tampoco se pusieron con nada, pero aquí de pie aún”.
La señora que les arrienda, Beatriz (la mamá del Richi comenta riéndose Jaqueline), es a quien le arriendo el local, ella si nos ha apoyado realmente.
Cada cliente que se acerca al local podrá levantar y tomar un Pan de vida, una tarjetita pequeña con mensajes bíblicos, están ahí, en el mesón, y podrá alimentarse de alguna frase con sabiduría, podrá inspirarse en cualquier camino que esté tomando y en cualquier situación que esté viviendo. De lunes a sábados desde las 7:15 de la mañana atiende Jaqueline Angélica Ahumada Vásquez su kiosko de sopaipillas.