El mate y la tortilla al rescoldo son componentes obligados de la vida campesina, y de camaradería en diferentes lugares, “si sienten buena vibra te compartirán mate”.
Esta tradición matera con su buen agregado de la tortilla, se ha traspasado de generación en generación, principalmente en todo el campo del norte chico al sur de nuestro país. Pero dentro del grupo siempre hay una experta en preparar el mate, siendo esta la encargada de servirlo y preparan con todos sus ingredientes donde se comparte, cosas que hoy en día no es recomendable compartir el mate producto del coronavirus.
En el norte del país, específicamente en Chañaral, para el 18 de septiembre hay otra tradición matera campesina. Se toma “mate-leche”, que no es más que leche (generalmente de cabra), con canela o clavo de olor que se hierve en el brasero. Se le echa la leche al mate y se acompaña con algún queque o una torta de ocasión. Es algo tradicional, se hace todos los años para las fiestas patrias. También está el llamado “mate huacho” que se toma de improviso y sin comida de por medio. Es algo así como un antojo de mate a deshora (aunque siempre es un buen momento para tomar un matecito).
Mientras que la tortilla al rescoldo (brasas y cenizas) es un tipo de pan al rescoldo propio de la cocina chilena, boliviana y del norte argentino. Se prepara con harina de trigo, manteca y sal, se cocina en el rescoldo de un fuego que normalmente se hace sobre arena fina, para mejorar la cocción. Luego de desenterrarla, se limpia las cenizas y comúnmente se retira algún borde quemado y se sirve en trozos. Este tipo de preparación le deja un sabor característico.
Tradicionalmente las familias aprovechaban las cenizas del almuerzo del mediodía para dejar el pan que se serviría a media tarde. Ante el aumento del uso de las cocinas a leña o gas en reemplazo de los fogones, esta forma de hacer pan se ha hecho escasa, pero persiste en algunas áreas rurales, tanto para la alimentación familiar como para la venta.