La región de La Araucanía y, en particular, las comunas costeras como Nueva Imperial, Carahue, Puerto Saavedra, Chol-Chol y Teodoro Schmidt, son territorios profundamente rurales, donde la agricultura campesina es un pilar fundamental para la economía local, la seguridad alimentaria y la preservación cultural.
Según el Censo Poblacional INE 2017, la ruralidad de estas comunas es muy alta, lo que se manifiesta en sus dinámicas sociales y económicas. En Nueva Imperial, el 40% de la población vive en áreas rurales; en Carahue, el 46%; en Chol-Chol, la ruralidad alcanza el 62%; en Puerto Saavedra, el 78%; y en Teodoro Schmidt, el 64% de la población vive en áreas rurales.
Este panorama refleja cómo la agricultura campesina no sólo sustenta la vida cotidiana de estas familias, sino que también es determinante para la economía local y regional, especialmente en los centros urbanos cercanos. Las unidades agropecuarias de pequeña escala son la base de este sistema productivo, y de acuerdo con el Censo Agropecuario 2021, La Araucanía es la región con mayor número de unidades productivas en el país, destacando su rol en la economía rural a nivel nacional.
Dentro de estas unidades productivas, las huertas familiares, especialmente manejadas por mujeres, juegan un rol crucial en la seguridad alimentaria. Son espacios donde se cultivan una gran variedad de especies, desde hortalizas, hierbas medicinales y frutales, y contribuyen a una dieta saludable y diversa para las familias campesinas. Además las huertas permiten la generación de ingresos adicionales cuando los excedentes de productos se venden en mercados locales o ferias, lo que ayuda a mejorar la economía familiar y comunitaria. Pero la importancia de estas huertas no se limita sólo a lo económico o lo alimentario, también son espacios clave para la preservación de las semillas tradicionales.
En las huertas campesinas se cuidan y reproducen semillas ancestrales, de gran valor tanto cultural como alimenticio, que han sido transmitidas y cuidadas de generación en generación. Estas semillas, adaptadas a las condiciones locales, no sólo son un recurso vital para la agricultura familiar, sino que también representan un saber ancestral que conecta a las familias con su historia y tradiciones. La agricultura campesina juega un papel fundamental en el tejido social y económico de la Costa Araucanía. Las huertas familiares en particular no sólo son espacios de producción, sino también refugios bioculturales que permiten la preservación de la identidad, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad económica de las familias campesinas. Con una agricultura cada vez más enfocado en lo comercial, sin identidad territorial y vulnerable a los cambios climáticos y económicos, las huertas campesinas sobresalen como uno de los mayores resguardos de las comunidades rurales, garantizando alimentación variada, sana y segura y que el conocimiento y la cultura agrícola perduren y sean transmitidos a las generaciones futuras.