Para abordar el presente tema, quiero reflexionar en particular sobre dos relevantes situaciones, que, muy probablemente pueda ya, haberles acontecido en su comunidad o, que en algún momento les pudiera ocurrir. Se trata de aquéllas personas que, escuchando las alarmas o señales de emergencia, deciden no hacer nada o ignorar estos llamados y; de aquéllas personas que efectivamente ante estas señales, se agrupan y consuman el castigo a los delincuentes por mano propia.
A modo de introducción, es dable decir que para nadie es un misterio, que estamos acostumbrándonos a vivir cada vez más arrinconados en nuestras propias casas. Las cámaras de seguridad y las alarmas antirrobos, ya son una necesidad y no un lujo. No obstante, a lo anterior, pareciera que más que el delincuente que busca apoderarse de lo ajeno, existe un enemigo silencioso, que es la apatía o el individualismo de algunas personas, que, a veces puede disfrazarse en el miedo.
Luego, de aquí, surge la primera interrogante ¿existe alguna obligación de los ciudadanos de acudir al llamado de emergencia realizado por uno de sus vecinos?
Probablemente existan posturas diversas en este sentido, dependiendo de varios factores, como vivenciales, emocionales y/o circunstanciales. En este artículo se pretenden abordar más bien, algunas motivaciones de índole emocional. Pero ¿qué reflexiones pudieran aparecer dentro de los pensamientos de quienes deciden no acudir al auxilio de sus vecinos?
Pudiéramos suponer que alguno de los pensamientos que pasan por su cabeza, pueden ser:
- ¿Y qué pasaría si los delincuentes andan armados y las usan en nuestra contra…?
- ¿Y qué pasaría si los delincuentes ubican nuestro domicilio y luego buscan vengarse…?
- ¿Y qué pasaría si la policía nos requiere como testigos y tenemos que realizar un reconocimiento de los autores…?
- ¿Y qué pasaría si…etc.?
Estos cuestionamientos resultan ser, muy razonables y la verdad, además, no existe disposición legal alguna, que obligue a pasarlos por alto. Es más, incluso a las mismas personas que sufren o han sufrido estos desgraciados sucesos, se les recomienda no resistirse a la acción de estos sujetos. No obstante, a ello, la invitación aquí, es a buscar cuál podría ser la reacción más empática, intentando dar respuesta a la siguiente interrogante: ¿Qué pasaría si la persona asaltada fuera yo? o ¿Qué me gustaría a mí que ocurriera con mis vecinos, si estuviera siendo asaltado/a en mi propia casa? La respuesta se transforma en algo tan particularmente íntimo, pese a ello, podría suponerse también con no tanta dificultad, que, muchos desearían sentirse, a lo menos, apoyados…y aquí surge una alternativa de acción para quienes puedan experimentar de forma legítima el temor o el miedo a intervenir en forma directa en el suceso. Luego y en concreto ¿Cómo podríamos apoyar a nuestros vecinos en forma indirecta o con posterioridad a haberse consumado el delito?
En forma indirecta pueden realizarse las siguientes acciones:
- Comunicar a la policía, el suceso que está aconteciendo;
- Activar la alarma de su casa;
- Encender las luces exteriores y/o interiores de su casa;
- Tocar el pito desde el patio de su casa (la idea es causar ruido);
Con posterioridad al delito pueden realizarse, algunas cuestiones como:
- Acercarse a los vecinos afectados y ofrecerles apoyo;
- Materializar reuniones entre los vecinos que integran el sector afectado;
En este último punto, es dable hacer presente que, resulta extraordinariamente relevante, que los vecinos no pierdan la posibilidad de estar en contacto. Es cierto, que en estos casos tan dramáticos como puede transformarse un robo a nuestra casa, encontrándonos presentes, se convierta en un evento que hay que enfrentar, la invitación aquí, es a inventar SIN RAZONES, para estar en contacto con los demás. Así es, la necesidad que hoy nos urge, es volver a vernos, olernos, tocarnos… (Saludos de manos, abrazos etc.), manteniendo todavía eso sí, algunas precauciones para evitar contagios de COVID 19), ya que, de esta manera, nos abrimos a la idea de poder traer a nuestra conciencia, las siguientes reflexiones:
- Y si… a lo mejor, me gusta;
- Y si… quizás, los encuentro simpáticos o;
- Y si… tal vez resulta, compartir o aceptar las formas de ser, que tienen mis vecinos…
Es así, cuando nos damos la oportunidad de poner a prueba nuestras incomodidades, nuestros temores y/o vergüenzas, tendremos posiblemente y por añadidura, la instancia demostrar nuestras virtudes y conocer-quien dice,-las gracias de nuestros cercanos…Es mediante la conversación cara a cara donde surgen los intercambios de número, el dato del doctor, el mejor remedio natural y el colegio más adecuado para mis hijos. Es verdad que mediante internet también podemos rescatar mucha información, pero mientras la informática no logre recrear nuestras emociones, aprovechemos el tiempo, para generar lazos, los mismos que al momento de requerir ayuda, nos podrían dar la explicación, del grado de compromiso que tuvo mi vecino ante mi desgracia…
Ahora bien y abordando el segundo punto aludido al inicio, que se vincula con el castigo a los delincuentes que resultan atrapados en el acto mismo deldelito, y que, en algunos grupos de personas, (conformados muchas veces en forma espontánea), se está produciendo por mano propia, intentaré a grandes rasgos, referirme a las razones de ello y a las eventuales consecuencias a las que nos estamos exponiendo con esta conducta.
La palabra impotencia, probablemente sea la causa o una de las causas más importantes. En este mismo sentido, se comenta en distintas esferas, que muchos de estos malhechores, no están recibiendo las penas más justas que pudieran, ello, contribuiría sin lugar a dudas, a dejarlos fuera del circuito delictual, por mucho más tiempo. También en muchos casos, es el nivel de violencia con que están actuando, un detonante para estas reacciones. Al tenor de esto y citando a Alejandro Jodorowsky, quien afirma “No podemos negar la violencia, pero sí, podemos negar la crueldad…”. El postulado que realiza este artista, escritor y cineasta chileno, viene a resumir lo que efectivamente, puede acontecer cuando tomamos la justicia en nuestras propias manos, resguardados en el aparente anonimato del grupo, estamos disminuyendo drásticamente nuestro nivel moral o ético, incluso más abajo que el mismo sujeto que se ha sometido al castigo…
IVÁN ANDRÉS BASCUÑAN ARAVENA
Magíster en Psicología Social
Máster en Inteligencia Emocional
COACH ONTOLOGICO
Terapia y Talleres/ Consultas uniones1068@hotmail.com
Fono +56985540162