La autoconciencia y el autocuidado y el apoyarse en redes familiares y de amistad ayudarán a sobrellevar de mejor manera estos tiempos de incertidumbre.
Sin duda desde que la pandemia se hizo un acompañante cotidiano de todos nosotros algunos ritos que acostumbrábamos a realizar casi inconscientemente han cambiado su sentido. ¡Chao, cuídate! es una frase que usamos para despedirnos. O cuando saludamos con un ¿cómo estás?
A esta altura ya no son frases automáticas. Hoy pensamos que si saludamos a alguien inmediatamente nos dirán si están o no contagiados y de esta forma podemos obtener información que permitirá ayudarnos a nosotros mismos para evitar sufrir algún perjuicio, por ejemplo, para evitar contagiarnos o contagiar a otra persona el coronavirus. Lo mismo con el ¡cuídate! que ahora efectivamente se ha convertido en una frase que busca que el otro preserve su salud.
Es una muestra de que la propia conciencia ha mutado hacia algo más presente y real, y donde el autocuidado nos permite actuar en los tiempos actuales, teñidos por la adversidad y la incertidumbre.
El autocuidado es una práctica estimulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que refiere a una actitud activa y responsable con respecto a la calidad de vida. La misma organización global la ve como una parte del cuidado en general, que es la atención autónoma y en colaboración a personas de todas las edades, familias, grupos y comunidades, enfermas o no. Comprende la atención a las necesidades en la salud y en la enfermedad, en la discapacidad o en la situación terminal (cuidados paliativos). Porque cuidarse implica ayudarse a sí mismo o a otro ser vivo a fin de incrementar su bienestar, lo cual puede incluir numerosas actividades personales, físicas, alimenticias, nutricionales, entre muchas otras, para una vida sana y equilibrada.
¿Pero qué con la autoconciencia?
Ser autoconscientes implica que nos auto-observamos y nos damos cuenta de lo que hacemos, no hacemos y eso nos permite reflexionar acerca de nosotros mismos y rediseñar nuestras acciones, actitudes, hábitos, maneras de comunicarnos, cómo nos alimentamos y demás.
Al ser seres autoconscientes los humanos nos damos cuenta de las decisiones que hacemos y entonces nos hacemos responsables, notamos lo que hacemos bien y dependemos menos de los elogios externos, nos percatamos cuando estamos molestando a otras personas y tratamos de facilitar la convivencia mutua.
¿Qué es el autocuidado?
“Cuando no nos cuidamos, nos descuidamos.” Cuidarnos es procurarnos bienestar de manera directa sin depender de muchos factores externos.
Actualmente, aunque en retirada, vivimos con la presencia latente del confinamiento obligado, con la incertidumbre, el miedo porque nos dicen que estamos pasando por una pandemia. Hay dolor entre muchas familias por las pérdidas que ha provocado. Ese dolor es el que hace meditar sobre el valor fundamental del autocuidado como actividad esencial de nuestro mundo interior, y porque al ser una palabra que usamos frecuentemente y que si se relaciona con una baja percepción del sentido de las cosas y los acontecimientos puede llevar a crisis existenciales, vacío, depresión, ansiedad, infelicidad, baja satisfacción con la vida, entre otras.
Los seres humanos ante la adversidad y la incertidumbre tienen mecanismos para prepararse a actuar. A veces esos mecanismos no son fáciles de conllevar, sobre todo cuando no conocemos las herramientas que hay que utilizar para hacerles frente.
Así es como la autoconciencia y el autocuidado, que son procesos individuales, más el apoyarse en redes familiares y de amistad ayudarán a sobrellevar de mejor manera estos tiempos de incertidumbre.
Pero a veces hay que buscar ayuda y aquí es importante tener claro algunos signos como los siguientes, aportados por el Minsal ya que pedir ayuda siempre es bueno y apoyarnos con otros es fundamental para estar bien.
- Mucha tristeza y retraimiento.
- Pensamientos y sentimientos recurrentes que abruman e interfieren actividades cotidianas.
- Dificultad para realizar tareas cotidianas, incluso aquellas que parecieran muy simples (por ej. preparar comida, aseo personal y otras).
- Intención de hacerse daño o planificar hacerlo.
- Dejar de comer.
- Consumo frecuente y excesivo de alcohol y otras drogas, o automedicación de fármacos para el ánimo o el sueño.
- Cambios drásticos en el estado del ánimo, conductas o hábitos de sueño.
- Intensos miedos y temores que impiden realizar actividades.
- Sentirse muy pesimista respecto a su futuro y sus planes.