Con la llegada del otoño, le damos la bienvenida al horario de invierno que nos permite ganar una hora de sueño. De hecho, el próximo sábado 2 de abril cuando sean las 00:00 horas se deberá retrasar el reloj 60 minutos y si bien esto puede parecer una ventaja, podría no serlo para todos/as los niños y niñas, debido a que probablemente sus ritmos de sueño se verán alterados durante este tiempo.
Gabriela Carreño S., psicóloga de Fonoinfancia, indica que, aunque este cambio afecta de manera diferente a cada niño o niña, algunos/as podrían no verse afectados, y otros presentar malestar asociado a que su ritmo habitual de sueño-vigilia se modifica. “Entre los cambios que es posible apreciar encontramos problemas para conciliar el sueño, despertares nocturnos, desajuste en cuanto a los horarios de sus comidas, siesta, rutinas, etc.”, explica.
Los niños y niñas al ver alterado su ritmo de sueño-vigilia podrían presentar un mayor cansancio, variaciones en el apetito, desconcentración y diversos cambios anímicos. Según la profesional, “en el contexto actual, vemos que los niños y niñas han debido adaptarse a una serie de cambios producto de la pandemia. Muchos de ellos/as se incorporaron en marzo de manera presencial a los espacios educativos, luego de haber vivido largos periodos de confinamiento, lo que probablemente ha requerido de un gran esfuerzo emocional”, menciona.
Y añade: “En este escenario podría resultarles a los niños y niñas más difícil que en otras oportunidades adaptarse a la modificación horaria, debido a que han enfrentado muchos cambios durante el último periodo”.
Durante esta etapa, también es probable que ellos/as se sientan algo desorientados/as frente al cambio de hora, lo que puede traer como consecuencia una mayor sensibilidad que podría expresarse de diversas maneras, desde un aumento de irritabilidad o ansiedad, a una mayor demanda hacia sus madres, padres o cuidadores/as.
“Uno de los efectos de la modificación en el horario que resulta muy visible para ellos/as, es que comienza a oscurecerse más temprano lo que suele venir acompañado de la sensación de que el ´día es más corto´. Con esto es muy probable que los niños/as que solían jugar por las tardes en sus barrios y parques vean acortada esta jornada, lo que también podría ser vivido con un sentimiento de frustración”, señala Gabriela Carreño.