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viernes, septiembre 13, 2024
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Caminando lento frente a la casa del vecino…

Cuando me propuse reflexionar con respecto a la idea de pasar por frente a la casa del vecino “caminando más lento”, inevitablemente me vinieron a la mente algunas ideas, que probablemente también les hagan sentido a Uds., que básicamente, estimados lectores, se pueden resumir en estas dos declaraciones:

-No tengo tiempo ni para almorzar tranquilo y voy a pasar caminando más lento frente a la casa del vecino…

-Aunque consiguiera disminuir la velocidad a esa altura, por lo complicado que es mi vecino, puede creer que lo estoy haciendo por mera curiosidado, sencillamente de intruso…

No obstante, a los pensamientos antes descritos, pueden corresponder efectivamente a vuestra realidad, la invitación que me permito hacerles en esta oportunidad, es a tomar esta propuesta de la siguiente forma:

-Intente considerar como sus vecinos no sólo a quienes viven al lado o al frente de Uds., sino a todas aquellas personas que son parte de la villa,el sector o la cuadra en que habitan;

-Intente dentro de todas las actividades que realiza diariamente, caminar a lo menos una cuadra, de manera más calmada de lo habitual;

-Intente durante este trayecto, poner especial atención, al canto de los aves que se paran sobre el tendido eléctrico público, pese al evidente ruido que producen los motores de los vehículos…

Aunque esto parezca un tanto extraño, las razones para proponerlo, surgen de las siguientes consideraciones:

-urgente darnos cuenta que estamos funcionando, cada día más, en piloto automático y con una notoria aceleración;

-Si comenzamos a enlentecer nuestros movimientos, en algo tan sencillo como el caminar, en muchas oportunidades también, se podrían ir priorizando u ordenando, nuestros pensamientos;

Con lo antes señalado, no pretendo postular una fórmula mágica y perfecta para conseguir resultados inmediatos, sino que más bien, sólo intento describir un ejercicio que a través de su repetición, podría generar interesantes cambios en nuestra conducta.

Una de las consecuentes interrogantes que podría surgir de las propuestas antes aludidas es ¿Para qué nos podría servir bajar nuestras revoluciones en las actividades diarias considerando, esta vez, mi vida en comunidad?

La respuesta simplemente es, para poder ver con mayor claridad.

Así es, la vida está transcurriendo a nuestro alrededor, en los tiempos precisos que necesita para expresarse… observamos que el viento, la lluvia y el frío están presentes de forma perfecta y exacta para anteceder a la primavera y así sucesivamente cada estación de la naturaleza. Lo preocupante es que, a veces, muchas personas, no son capaces de ver sus manifestaciones, pese a que estas, se presentan frente a sus propios ojos.

La tarea entonces, es poder detenernos a observar el color intenso de una rosa de jardín o la suave y casi imperceptible textura de una pelusa voladora (o diente de león) antes de soplarla… porque de esta forma estaremos afinando nuestras capacidades de estar presentes en el aquí y el ahora…

Luego cuando usamos consciente y detenidamente el tacto, así como cualquier otro sentido, podemos escaparnos, por esos instantes, del piloto automático.

En concreto ocupar nuestros sentidos en forma más consciente, puede describirse de la siguiente manera:

-Olfato… realizar inspiraciones nasales más profundas y más lentas que lo habitual;

-Tacto… realizar el tacto de las especies u objetos tanto con las yemas de los dedos como con las palmas. Además realizar este ejercicio incluso con los ojos cerrados;

-Gusto… realizarla degustación del alimento poniendo atención a su textura, temperatura, volumen etc.

-Visión… poder maravillarse (asombrarse) ante la contemplación detenida de un color o alguna forma de la naturaleza;

-Audición… realizar la acción auditiva, logrando una escucha selectiva de los sonidos (pudiendo distinguir los sonidos cuando son escuchados todos juntos. Por Ej.: un violín dentro de una orquesta).

Ahora y volviendo al ejercicio propuesto, si le sumamos a nuestra caminata más lenta, esta apreciación de las plantas, de las flores, etc.; seguramente se nos hará más sencillo también percatarnos, cuando por ejemplo a nuestros vecinos se les pudo haber quedado abierta una ventana u olvidada su bicicleta en la vía pública. Entonces podemos aseverar que, al agudizar la observación y/o atención le quitamos definitivamente, oportunidades al delincuente ya que:

-Nos podríamos dar cuenta de los lugares o espacios vulnerables de nuestra propia casa y la de nuestros vecinos;

-Podríamos advertir nuestras propias conductas de descuido;

-Podríamos incluso advertir cuando otros, nos pudieran estar observando o estudiando.

Si logramos este mayor nivel de percepción, inmediatamente nos asiste una tremenda responsabilidad, la obligación de actuar en favor del “bien público”. Esto no es más que comprometernos en aportar a todo lo que pueda influir en la comodidad, seguridad y bienestar de toda la población. Así es, no es más que estar atentos a advertir, por ejemplo, un desperfecto con riesgo de accidente en la calzada; un árbol que esta con posibilidades de caer sobre un vehículo al costado de una plaza, y hasta la puerta de entrada de la casa, que obviamente se pudo haber quedado abierta por olvido…

La misión no debe ser considerada como imposible. La consigna es “Cuando puedas hacerlo, no pierdas el tiempo y hazlo”. Llama a la puerta de tu vecino y avísale, pierde el temor a que se molesten o te ignoren… Cuando puedas llamar al Depto. del Tránsito de la Municipalidad, para pedir la reparación de la vía, llama, no caigas en el pensamiento cómodo, de otro lo hará o siempre están ocupados…

IVÁN ANDRÉS BASCUÑAN ARAVENA

Magíster en Psicología Social

Máster en Inteligencia Emocional

                                      COACH ONTOLOGICO

Terapia y Talleres/ Consultas  uniones1068@hotmail.com

Fono +56985540162

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