Por: Marcelo Ortiz Breitler
Director de la Escuela de Ingeniería Comercial
Universidad Bernardo O’Higgins
Las recientes noticias de los precios de los textos escolares hacen que hoy se encuentren en el estrado de los acusados, en razón a los onerosos precios aplicados a los chilenos comunes en contraposición a los vendidos al Estado, a éste último les cuesta aproximadamente cl$1.500 y al particular en una librería sobre los cl$30.000. Una diferencia aberrante, que según un estudio de la Fiscalía Nacional Económica (FNE), se produce por una suerte de poca competitividad y de la compra aislada que supone el cliente individual. Para ello, esa entidad entrega una serie de recomendaciones para mitigar esta anomalía, pero, en síntesis, el gobierno ha comenzado a analizar soluciones para disminuir este fuerte desembolso que significa un gran impacto en el bolsillo del común de los ciudadanos.
Hace bastantes años, Steve Jobs (cofundador de Apple Inc.) observó a su hija llevar un walkman adosado a su cadera, una gran caja plástica que reproducía casettes, se dio cuenta de la incomodidad del tamaño para una menor y así, ideó y creó el iPod, una revolución tecnológica en la época. Si analizamos este ejemplo, podemos decir que un alumno lleva un promedio cinco libros más los cuadernos, la colación, estuches y otros en su mochila, una gran carga para ellos y de responsabilidad, ya que, si pierden un libro, el costo de su reposición es alto. Siguiendo con el ejemplo ¿no existen hoy tabletas electrónicas a bajo precio que podrían incluir este material de manera digital? ¿No debería el gobierno analizar esta situación? Estamos en la era tecnológica, de la big data, de la interconectividad universal y el papel, pese a la nostalgia, debe comenzar su retirada.
Si analizamos el impacto ecológico, independiente del financiero, en Chile, según el Ministerio de Educación (MINEDUC), el año 2017 se registró una matrícula de 3.558.142 alumnos en todo la educación básica y media del país. Si cada alumno usa nueve cuadernos y nueve libros y se considera que, según diferentes estudios y registros, un árbol genera aproximadamente 176 cuadernos y 35 libros, podemos concluir que se consumen anualmente: 32.023.278 cuadernos y similar cantidad en libros, generando un consumo de 181.950 árboles para cuadernos y 914.951 para libros, es decir, se talan cerca de 1.096.901 árboles para un año escolar chileno.
También se puede indicar que, según información del MINEDUC 2018, existen 1.262.771 estudiantes de pregrado, posgrado y postítulo, lo que incrementará fuertemente la cantidad indicada anteriormente.
Más que el daño al bolsillo de los chilenos y en el alto precio de los libros que se quiere bajar, el problema es de fondo. Debemos tener presente que estamos en una era en que nuestro medio ambiente no resiste mayor daño, tenemos la tecnología para evitar la depredación de nuestros árboles descontaminantes, apoyemos la ecología y de una vez por todas, no nos neguemos a los textos digitales y no usemos el viejo argumento de lo tradicional, que nos aferra a un pasado que debemos dejar ir. Se lo agradecerán la espalda de sus hijos y las generaciones venideras por un mundo menos contaminado.