Por: Omer Silva Villena
En realidad no es mucho –por el espacio en esta columna – lo que podemos desarrollar al respecto. El lenguaje es la forma más altamente desarrollada que tiene el ser humano para referirse al mundo que rodea. Posiblemente, los demás seres vivos poseen una facultad de comunicar o de producir señales comunicativas, pero no igual a la poseída por el ‘homo loquens’ o el “hombre que habla”. En todo caso, algo falta en la cadena de la evolución humana desde el Hombre Primitivo hasta nuestros días en relación a cómo y cuándo empezamos a hablar como especie.
Hasta no hace mucho, la mayoría de los lingüistas consideraron este fascinante hecho o tema fuera del campo de la Lingüística concordando con William Dwight Whitney ( 1827-1894), lingüista, filólogo y orientalista, en cuanto a que gran parte de lo que se ha dicho y escrito sobre los orígenes del lenguaje no es más que un ‘discurso impresionante’ (windytalk). A pesar de ello, es un punto que ha marcado tendencia en la historia de las ciencias del lenguaje pues son muchos los segmentos de información que han emergido en distintos lugares y especialidades de las ciencias humanas. De repente, suele asomar el rompe-cabeza en la evolución humana, ahora más que antes, con los aportes de las neurociencias o ciencias del cerebro.
Probablemente el lenguaje evolucionó en el Africa Oriental hace unos 100.00 años. Tres son las pre- condiciones que se han dado, según afirma la Dra. Jean Aitchison. Primero, que los seres humanos tuvieron que percibir el mundo de una manera o modo común a la especie poniendo atención a objetos y acciones. Segundo, que fueron capaces de producir un cierto rango o gama de sonidos junto con la capacidad de caminar en posición vertical o erecta. Y tercero, debieron tener la necesidad de poner nombre a las cosas, acciones, atributos. Tomó conciencia también que ciertas secuencias de sonidos pueden ser símbolos que representan personas y objetos. Esto hizo posible que los primeros seres humanos pudieran almacenar una gama de palabras o vocablos para referirse al mundo que le rodeaba. Era necesario entonces combinar tales producciones verbales en secuencias que, ciertamente, requerían de principios y/o reglas o conjuntos convencionales para poder comunicar (afirmar, negar, preguntar, etc.). Estas reglas probablemente surgieron o emergieron de la misma forma como las conocemos hoy en la ‘gramática tradicional’ (sujeto, predicado, partes de la oración). Las preferencias se convirtieron en hábitos, y los hábitos en reglas tanto a nivel de habla como en los contextos de uso.
Las preferencias verbales originales, afirma la DraAitchison, reflejaron las formas con que el ser humano ve el mundo. Además, desarrolló cierta flexibilidad que nos hace comprender la diversidad de lenguas en el mundo. A la larga, las necesidades instintivas por mantener secuencias verbales que se ajustaran a reglas, hizo posible conservar una manera de relacionarse con el mundo por medio del lenguaje. Hoy por hoy, existen nuevas luces sobre estos particulares a la luz de la Genética (rama de la Biología que estudia las leyes de la herencia). El gen FOXP2 podría considerarse como el gen del lenguaje humano. Identificado en el 2001 en un estudio familiar realizado en Inglaterra donde varios miembros desarrollaban problemas de lenguaje para identificar sonidos, construir oraciones y comprender la gramática. Se afirma que desempeña un papel importante en el establecimiento de los circuitos neurales y las estructuras físicas necesarias para la lengua hablada. Esperamos, en consecuencia, que estos estudios nos ayuden a explicar los problemas de habla y lenguaje, como también otras condiciones del desarrollo humano como el ‘autismo’.