Por: Juan Toledo Bahamondes
“Rara vez se habrá dado tal compenetración de un hombre, un libro y un país como la que hay entre Vicente Perez Rosales, sus “Recuerdos del Pasado” y Chile; cada uno está en el otro y resulta imposible nombrar a cualquiera sin aludir a los demás. Los tres, conglutinados, forman un solo ser, con el mismo caracter y análogo desarrollo.
Nació en 1807, tres años antes de la Primera Junta de Gobierno, y por todos lados arraiga en nuestra historia” (Historia de la Literatura Chilena).
Fue su abuelo paterno el escritor José Antonio Pérez García, uno de los últimos cronistas coloniales, antepasado del presidente José Joaquín Pérez, el más chileno de los mandatarios. Su madre Mercedes Rosales Larraín, heroína de la Patria Vieja, era hija de don Juan Enrique Rosales Fuentes, miembro de la Junta de Gobierno y deportado con los patriotas a Juan Fernandez durante la Reconquista; al enviudar de su primer marido, casó con don Felipe Santiago del Solar, uno de los magnates de entonces, comerciante de vastos negocios y financista de la independencia.
Sus primeros años transcurrieron en la casa que más tarde perteneceria al presidente Bulnes, hoy Liceo Carrera, Compañía con Amunategui. Allí, siendo niño, presenció el gran sarao con que celebraron su victoria los vencedores de Chacabuco, célebre fiesta, descrita en la obra, a la que doña Javiera Carrera asistió llevando una corona de diamantes puesta al revés y en la cual San Martín, después de un brindis, pidió su venia al dueño de casa para arrojar el vaso en que había bebido, entonando enseguida, a coro con los circundantes, el Himno Nacional argentino (el chileno aún no existía), lo que les permitió escuchar su voz de bajo, áspera pero afinada.
Tras la derrota de Rancagua, huyó la familia Pérez Rosales a Mendoza y allá hubo de presenciar la ejecución de los Carrera, de don Luis y don Juan José…
Hablaba inglés y francés. Para terminar su educación enviáronle sus padres con un partida de jóvenes de sociedad que fueron a Europa a proseguir estudios. Presenció la caída de Carlos X y vio las barricadas que trajeron a Luis Felipe., asistió a la primera representación de “Hernani”. Conocío y se hizo amigo de Alejandro Dumas padre, el autor de “Los Tres Mosqueteros”, oyó cantar a Malibrán. Conoció y entravó amistad con Manuel Moratín, quien le enseñó la lengua cervantina.
Vuelve de Europa sin un cuarto, pero dispuesto a vivir. Agricultor, médico rural, comerciante, contrabandista, periodista, industrial, buscador de oro en California, sin darse cuenta sólo acumulaba experiencias. Llegó el tiempo del reposo. Aceptó el puesto de cónsul en Alemania, agente de colonización, senador de la República. Sus empeños hicieron posible la colonización alemana de las provincias del sur.
En 1882, Vicuña Mackenna, en el Prologo del libro “Recuerdos del Pasado” acota “Asombra que un hombre de la facilidad y galanura natural del escritor que seguimos haya vivido (si no es indiscreción decirlo) más de sesenta años sin que el mismo sospechase que era en su género de primera nota…”.