Por: Mg. Jenny Katherine Caniupán Caniupán
Enfermera docente
Es de conocimiento la realidad que se vive con los niños y niñas de nuestro país, respecto a las enfermedades respiratorias que, como todos los años, nos colma de noticias en esta época del año. Sin embargo este año parece ser distinto, como sociedad nos alarmamos, y tratamos de buscar soluciones en las autoridades, buscando estrategias de salvataje para dar solución rápida a nuestros niños.
El Instituto de Salud Pública, entidad encargada de realizar la vigilancia epidemiológica, muestra que el año 2019 hubo un 38% de exámenes que dieron positivo para algún virus respiratorio; sin embargo, este año 2023 (misma semana epidemiológica) esta positividad se encuentra en 56%, mostrando un evidente aumento (esta comparación se hace, considerando que el año 2019 no teníamos indicios de covid-19, por ende, las condiciones son similares).
Entre los virus con mayor positividad el 2019 fue influenza y este año, el virus respiratorio sincicial (VRS), 46% y 56%, respectivamente. Ahora bien, en ambos años el grupo etario más afectado fueron los menores de un año, según esto nos podríamos preguntar, ¿por qué adelantar las vacaciones de invierno si los menores de un año no van a colegios?
Los menores de un año históricamente se han visto más afectados por los virus respiratorios. No obstante, no asisten a colegios y el porcentaje de los que asisten a salas cunas siempre es menor. Ahora bien, lo que ocurre en las salas de clases son las aglomeraciones y esto las convierte en el principal foco de contagio ya que favorecen rápidamente la propagación viral.
Como población conocemos las medidas preventivas, pero se ha llegado quizás a una etapa de “relajo”, y es que la pandemia generó tanto estrés que cuando la OMS declaró que “se acaba la emergencia por la pandemia”, en marzo de 2023 desaparecieron las mascarillas, el alcohol gel, el distanciamiento social; hábitos que de haberlos mantenido otra sería la realidad de nuestros niños.
Así, entre las medidas preventivas que nos recomienda la OMS, se encuentran: cubrirse nariz y boca al toser o estornudar, realizar esta simple acción disminuye significativamente la propagación viral. Aunque parezca obvio, desechar inmediatamente los pañuelos utilizados, permite que los virus no se alojen en nuestra ropa y por ende en nuestras manos, disminuyendo el riesgo de llevarlos nuevamente a las puertas de entrada de las vías respiratorias (ojo, nariz, boca). Lavarse las manos con frecuencia o higienizar con alcohol gel resulta eficaz en la disminución de la propagación viral y quedó claramente demostrado en tiempos de pandemia. Mantener a los niños con sus vacunas al día resulta de vital importancia, si bien, puede existir una opinión e ideas particulares a favor o en contra de éstas, se puede encontrar información respaldada y seria para darnos cuenta de que las vacunas salvan vidas. Otra medida importante mencionar es fomentar y mantener la lactancia materna de forma exclusiva hasta los 6 meses y por recomendación hasta los dos años, lactar genera múltiples beneficios para los menores de dos años los cuales se evidencian y manifiestan hasta edades adultas.
Con todo lo mencionado resulta importante volver a los tiempos donde cuidábamos incansablemente a nuestros niños por temor al covid-19, ellos conocen las medidas y las internalizan mejor que los adultos lo que no sólo los protegerá sino también se disminuirá la carga viral reinante previniendo significativamente las complicaciones por enfermedades respiratorias.