En cada disparo, el fotógrafo retrata la realidad y desde ahí comienza a hilvanar su vida, la vida de otros, contar historias en secuencias, revelar en cada rollo fotográfico como viven los pueblos a este lado del mar.
Por más de 60 años, el estudio fotográfico MINERVA, ubicado en calle Villagrán Nº222 en la comuna de Carahue, se ha dedicado precisamente a eso, a retratar la vida de sus ciudadanos desde el bautismo, hasta la muerte inclusive. Porque registrar los hechos biográficos del pueblo era, en los tiempos de nuestros abuelos, un lujo reservado a unos pocos, pero la gente sencilla hacía un esfuerzo y siempre figuraba en el álbum familiar, aunque fuera pequeña, la fotografía de un bautizo, de un matrimonio y de un funeral. Era un hito que obligaba a sacar la tenida dominguera y a peinarse justo antes que se disparara el flash.
Jannet, la dueña del estudio Minerva nos relata cómo se aventuró junto a su esposo Adolfo a venirse a Carahue y montar el primer estudio del pueblo, si bien antes el queridísimo Copito de Nieves, el fotógrafo oficial del club deportivo Manuel Plaza, instaló la fotografía en el pueblo, la posibilidad de contar con un estudio llegó de la mano de este matrimonio, puesto que el padre de Adolfo, don Manuel Sáez, fue uno de los primeros fotógrafos en Temuco, y según el testimonio de su familia, el inventor de la primera fotografía instantánea, pero nunca la patentó.
Entrar a ese negocio es algo especial. Con sus grandes vitrinas, fotografías antiguas de Carahue colgadas que alguna vez sirvieron de postales inolvidables para enviarse por correo, este espacio se transforma en un lugar mágico donde el tiempo pasado y la vida de nuestros padres y abuelos queda detenida en un negativo, con ganas de salir como suele ser la historia con los años.
El nombre Minerva como la diosa de la mitología romana, surgió por el abuelo le dio ese nombre a su negocio en calle Prat de Temuco.
Minerva no solamente se encargó de registrar la vida civil de la costa, sino también hechos noticiosos de distinta naturaleza, viéndose obligados a transformarse en reporteros de ocasión y fotografiar desde inauguraciones hasta accidentes y asesinatos con la mejor cara. Nunca ha sido fácil el periodismo policial, por eso escribo crónicas literarias, la imaginación y la historia siempre suelen ser más amables.
Hace 13 años Jannet enviudó, un hecho sensible que la hizo enfocarse en su negocio y seguir adelante, con todo lo que implica la transición de lo análogo a lo digital. Aprendió sola y siguió trabajando en su negocio, sus hijos están grandes y el legado Minerva, parte de la historia de Carahue.
A ella siempre le gustó la fotografía, a veces vuelve al recuerdo de su esposo cuando la fotografiaba de adolescente en un intento de conquistarla, finalmente lo consiguió para dejarla retratada para siempre en sepia con una cámara en la mano. Esa fotografía permanece en su estudio recordándole la pasión por aquel oficio extraordinario que le permitió contar la historia de un pueblo por más de 60 años.