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jueves, noviembre 13, 2025
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Pases de Gloria, La Historia del Básquetbol de Carahue

Por Daniza Hernández

EL 11 de septiembre del año 1993 el equipo del Liceo C-18, logró coronarse como el triunfador indiscutido del Campeonato de Básquetbol Regional, un hito deportivo que sin duda pasará a los anales de la historia deportiva de Carahue, de la mano de su entrenador, Sergio “Checho” Thiers, y que llevó a un puñado de muchachos a tocar el cielo en aquella final que cambió para siempre la historia del baloncesto en la costa de La Araucanía.

Pero para este grupo de jóvenes deportistas, el éxito no fue nada fácil, además del intenso entrenamiento, el mayor desafío de todos, era ganarle un espacio al fútbol local, quien llevaba la delantera por más de medio siglo.

Ahora, el esférico era naranjo y en vez de correr, los carahuinos tuvieron que aprender hacer dribling con una pelota de baloncesto. Ahí surgieron los primeros talentos deportivos entre los que destacan Gonzalo Carrillo, Rodrigo Aguayo, Domingo Flores, Víctor Escamilla, Rodrigo Cartes, mientras en las ligas femeninas: Maritza Carmona, Mirna Ferreira, Fanny Alfaro, Paz Fiedler, Chery Veliz, Teresa Muñoz, Jeanette Riffo, entre muchas otras.

Retrocedamos un poco en la historia. Corría el año 1987 y el joven Sergio Thiers de tan solo 24 años, figura como la flamante contratación como profesor de Educación Física del Liceo C-18 de Carahue, actualmente Claudio Arrau León. Titulado de la Universidad de Chile, este profesional se transformó, no solo en profesor sino en DT, de varias generaciones de deportistas trasmitiendo su pasión por el básquetbol a las nuevas generaciones.

Quienes lo conocen, saben que el profe Checho es un hombre de pocas palabras, exigente, disciplinado y riguroso, características que trasmite durante sus extenuantes entrenamientos, logrando que el nombre del Liceo pase a la historia.

Con los muchachos más grandes, surgen nuevos liderazgos y la formación de otros equipos permitiendo que los clásicos, se vuelvan una realidad en Carahue.

Ahí también nace el mítico Paul Junior, un equipo que aparece con fuerza en la escena local para competir mano a mano con el equipo del Liceo.

Mientras escribo, me parece oír las graderías del Gimnasio Olimpo de Carahue vitorear a estos dos grandes equipos de baloncesto y el sonido de las coloridas zapatillas deslizándose en el suelo mientras sus jugadores intentan encestar bandejas, dobles y triples, con elegancia y certera precisión.

Centradas en la época estival, los veranos se vuelven basquetbol y el público se vuelca a disfrutar de estos épicos partidos, donde  punto a punto se pelea a muerte el título, mientras el marcador cobra vida y los segundos inician una frenética carrera junto a los propios jugadores.  

Las barras vibran y el sonido del gong da el vamos a estos épicos partidos cuyo marcador siempre es estrecho y sus encuentros infartantes. La audiencia siempre está dividida, ambos equipos despiertan en el público verdadera pasión y aunque las rivalidades se dejan sentir en la cancha, fuera de ella son todos amigos, esa es la consigna. 

Sin duda, la historia del básquetbol se sigue construyendo y gracias a aquellos hombres y mujeres que sentaron las bases de un deporte que con los años, se transformó en un sello de la propia ciudad. Después de 42 años, el profe Checho sigue enseñando a jugar básquetbol y aun le brillan los ojos al ver a sus alumnos dar pases de gloria para alcanzar las estrellas encestando el balón.

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