El conocido suplementero de Nueva Imperial, Isaac Fierro Fierro, cumplió nada menos que 55 años realizando este noble oficio, que lo ha llevado a mantener en la actualidad uno de los kioscos más tradicionales de la Ciudad Acuarela, en la zona costera de La Araucanía.
Isaac Fierro nacido en Máfil, pero cuando tenía 11 años su abuelo la trajo a vivir con él a Nueva Imperial, contando que se inició en este rubro gracias a su abuelo, Eduardo Soto, quien lo instó a trabajar como “canillita” cuando solamente tenía 13 años. Así, vendiendo diarios, pudo obtener los fondos suficientes para más tarde, construirse su propio kiosco en la calle Arturo Prat de Nueva Imperial, para más tarde trasladarse hasta las calles Arturo Prat con Vicuña Mackenna –a un costado de la plaza Pedro de Valdivia- donde fundó su kiosco El Araucano.
“Los primeros años fueron complicados, pero gracias al esfuerzo y el buen consejo de mi abuelo, quien fue el que me enseñó este oficio” contó Isaac Fierro que logró salir adelante. “Yo vendía el diario como verdadero canillita; mi pantalón hasta la rodilla, que era como se usaba en esos años y salía a la calle con una buena cantidad de diarios y revistas bajo el brazo y a viva voz ofrecía mis diarios”.
Sobre las dificultades que tuvo que enfrentar están el clima. Contó que cuando salía “muchas veces era con frío, en el invierno mojado, pero eso me sirvió para darme cuenta que en la vida nadie le va regalar nada a uno y todo hay que conseguirlo solito, con una buena cuota de sacrificio y constancia, en esos años todo era muy difícil, el único medio de transporte que teníamos era el tren, era el medio que teníamos y en donde nos mandaban , los diarios, no es como hoy en día que todo es más fácil , buena locomoción ir y regresar de Temuco, hoy en día estamos hablando de dos horas; ante no, en ir y volver casi un día, era muy difícil.” finalizó el conocido suplementero imperialino.
Este auténtico canillita, su aniversario 55 no pasa inadvertido puesto que tempranamente el reciente día domingo, un grupo de amigo llegaron a su kiosco El Araucano, con un galvano recordatorio, como un homenaje por tan noble labor que se niega desaparecer.
