Por: Luis Mulato Arias
Aquí narraremos lo que nunca en la vida había ocurrido, menos cuando en la época el tema era tabú.
Dejaremos para más adelante la revelación de lo que manifestó don Hernán, conocido entre sus pares como “Don Nancho”.
Aquel día, apenas cruzaba de pie – de oriente a poniente- el puente Humberto Hurtado con mi agenda y mi celular, mis grandes compañeros que registran el material recopilado para luego trasvasijar al medio en el cual trabajo con gran dedicación, sobre todo en el área que más me gusta y apasiona: la Docencia.
Di los últimos pasos antes de ingresar al hogar de este matrimonio de docentes; ya había ambiente, y como digo yo: aroma a docencia.
Luego de una larga conversación, sentado en el living, siendo el mediodía del viernes, nos instalamos a charlar, primero con el dueño de casa, mientras esperábamos la aparición de ella.
Don Hernán nació el 20 de febrero del año 1943 en Imperial y resulta que Salomé, su compañera, es oriunda de Punta Arenas y nació el 22 de julio de 1944.
Contrajeron el sagrado vínculo del matrimonio el día 20 de enero, día de San Sebastián.
Son parte de una novela de amor muy hermosa. Se conocieron en el trabajo, pero ambos egresaron de la Normal de Victoria (pienso que ahí ya se hacían algunos gestos y otras cosas).
Tras titularse, partieron juntos a trabajar en la Escuela 18 de Coihueco, comuna de Lautaro. “En ese lugar comenzó el romance formal”, relatan con alguna complicidad. Luego se trasladan a la Escuela 6 de Neicuf, comuna de Teodoro Schmidt.
Posteriormente, arriban a Imperial, ella en la dirección departamental y él en la Escuela Industrial donde Rebolledo cumplió todas sus expectativas como docente. Por eso, guarda un enorme cariño a grandes colegas que lo acompañaron: Juan Sandoval, director en aquella época; René Torres Sepúlveda, Jorge Mardones, Nelson Medina y otros más.
También trabajó en el Liceo de Hombres. He aquí la “bomba” que voy a mencionar: se sentían ruidos en uno de los baños; entonces le comunican al señor Rebolledo que algo estaba pasando en ese lugar por lo que acude raudamente y al acercarse siente que algo cae sobre la taza del baño. Ingresa y ve que es una guagua, mientras la niña que daba a luz permanecía en un costado. De inmediato, toma la criatura entre su cuerpo, la aferra a él y en paralelo, otros traían algunos paños de cocina o manteles para proteger al primogénito.
Don Nancho condujo al bebé hacia el Hospital. Detrás iba la joven madre, quien a esa hora ya había acomodado su ropa, mientras seguía con destino al servicio hospitalario. Por gracia de Dios ambas estaban en perfectas condiciones y por fortuna fue considerado un parto normal.
La verdad es que hasta aquí yo no daba más de impresión, pero quedaba algo más: pasó un tiempo, se para frente a él una niña muy hermosa y le dice “lo quiero saludar, yo soy la niña que nació en el baño del Liceo (casi me muero de impresión)”.
Trayectoria
En lo que tiene relación con lo académico, los mejores años de su trayectoria como profesores los vivieron en el área rural. Allí hacían lo que todo maestro rural ha debido experimentar: desde barrer, cocinar, lavar a los alumnos, cortarles el cabello en algunos casos, cambiarles ropa a los que llegaban mojados, etc.
Destacan la convivencia sostenida con los apoderados, con la comunidad; inmiscuirse en los problemas de ellos, ayudarles a solucionar una situación, escribirles solicitudes hacia la autoridad y otras cosas que son largas de enumerar.
Cuando la señora Salomé ejercía junto a su esposo, en una de las escuela de campo, tuvo a su primer hijo con la ayuda de un vecino que la ayudó en ese instante, mientras su esposo montaba a caballo para buscar auxilio en el nacimiento de su primera guagua, al que colocó como nombre Luis Alberto. Le sigue Paola Ximena y el último, desgraciadamente fallecido en un accidente, llamado Jaime Marcelo (Q.E.D.).
Esos son los matices de la vida de un PROFESOR. Nunca se olvidan el rol de padres y cuando se tienen más años vienen los nietos. Por supuesto que también los tienen: son 8 y 2 bisnietos, la mayoría son Colocolinos, con excepción de uno que es hincha de la Universidad de Chile.
Para cerrar este capítulo, diremos que la profesora Salomé recuerda con mucho cariño a algunos de grandes colegas. Tal es el caso de Lucy Torres, Ociela Torres, Rosalía Salazar, Filomena Seguel, Lorenza Espinoza y finalmente recordó a don Felipe Malatesta, ya fallecido junto a otros más.
Ella es fundadora del adulto mayor La Esperanza de Ultra Cholchol y fue presidenta de esa organización durante 18 años. Don Nancho, es dirigente deportivo, entrenador de varios equipos; entre ellos Dante, donde fue presidente. Además, dirigió los destinos de la Asociación de Fútbol de Imperial con importantes logros.
Han hecho de su vida paralela a la docencia un aporte que queda en los anales de la historia de esta comuna. Reciben con gratitud el reconocimiento de exalumnos que en la calle o donde se encuentren extienden sus brazos para expresarles el cariño y gratitud hacia quienes no olvidan: “Los Profesores de Siempre.”