Por: Luis Mulato Arias
Luis Hernán nació el 24 de septiembre del año 1950 en la ciudad de Nueva Imperial. Dice que nunca se casó, solo se “emparejó”, pero igual tuvo 3 hijos: 2 están vivos y uno falleció. Estos son: Yessica Andrea, funcionaria del Poder Judicial; Sebastián Andrés, profesor y Luis Andrés, el hijo fallecido.
Ibáñez estudió en Nueva Imperial en la ex Escuela 3 y luego en la D-350 para luego seguir la media en el Liceo Industrial y Liceo de Hombres. Continuó su preparación en la Universidad Técnica del Estado en ingeniería, pero no pudo terminar.
Estando en la ciudad le ofrecieron la posibilidad de trabajar haciendo ayudantías en el Liceo de Imperial sin pago y desempeñó esa labor sólo a honores.
Luego estudió contabilidad y posteriormente cursó pedagogía en la Universidad Austral de Valdivia. Paralelamente trabaja en este ámbito en la escuela Juan XXlll y en Escuela República.
Una vez egresado como profesor inició su tarea profesional en la escuela del sector Quifo, comuna de Saavedra; allí permaneció en funciones durante 5 años.
Continuó en la Escuela de Imperialito, después en escuela Quinchavil de Puente Negro, en la Escuela Dollinco, lugar Pitraco Tosca y San Sebastián de Cusaco. Luego de esta última pasó al área municipal en la Escuela El Copihual de Lliuco.
Cuenta que su experiencia docente no difiere mucho de otros que han estado en capítulos anteriores. Igual tuvo que sortear varias barreras que en muchos casos eran producto del desconocimiento de la jerarquía que imponía en muchos casos órdenes equivocadas, con discriminación, trato poco digno y, como si esto fuera poco, existía una tremenda burocracia mal entendida. “No se olviden – dijo a este medio- que, en el sector rural, se trabajaba con cursos combinados de primero a sexto año, todos en una misma sala, con 50 y hasta 60 alumnos concentrados allí”.
La mayoría de las escuelas eran unidocentes, es decir, un solo profesor hacía todo, desde barrer la sala de clases, abrir la escuela, encender el fuego de las estufas cuando había; esperar a los alumnos que en muchos casos llegaban mojados o embarrados producto de lluvia del invierno. El otro rol era secar la ropa, preparar la clase y luego ponerse a trabajar pensando en cómo se debía regresar a casa cuando las distancias siempre fueron enormes. En algunos casos, el profesor más acomodado que tenía un pequeño móvil para trasladarse a algún lugar cercano, los trasladaba dejándolos en un lugar cercano.
Vida
El profesor Luis Hernán jamás bajó los brazos y en algunas oportunidades solicitó ayuda, por ejemplo ropa y calzado que llegaban incluso de Argentina y se acogía para luego entregar a los alumnos.
Tampoco fue fácil su vida en lo personal, ya que fue exonerado político: sufrió persecución junto a otros colegas dice con mucha hidalguía.
Se retira en el año 2017 de la carrera docente por enfermedad: sufre el síndrome de Parkinson que lo tiene algo alicaído, pero que no ha sido impedimento para vivir con alegría junto a su familia en calle Juan Antonio Concha 739 de esta ciudad.
Lleva años luchando contra la discapacidad y relata que finalmente consiguió una pensión parcial con lo cual dispone económicamente para gastos básicos del hogar. “La medicina es cara en este país”, manifiesta.
Por lo demás, se da tiempo para decirnos cómo el profesor ha perdido dignidad en la actualidad por distintas razones: no se reconoce la verdadera dimensión de lo que significa el cargo de un docente
Este eximio profesor es amante del fútbol, por ende, trabajó codo a codo con muchas generaciones, siendo secretario de la Asociación de Fútbol de Imperial. Relata con ironía que estuvo a punto de ser secretario vitalicio.
También perteneció a Bomberos de Imperial donde ejerció como secretario de la primera Compañía el año 1987.
El profesor no tan sólo trabaja en el aula, queda demostrado una vez más que es mucho más que eso. Por eso, vaya mi admiración y respeto hacia quienes entregan su vida al servicio de la Nación, de los niños, jóvenes y la sociedad en toda su extensión.