Las comunas de la zona costera de La Araucanía, Nueva Imperial, Carahue, Puerto Saavedra, Teodoro Schmidt y Chol-Chol, tienen una característica en común, es que alrededor del 40% de la población vive en áreas rurales. Esto refleja que nuestra identidad es profundamente agrícola y campesina.
En esta identidad campesina el desarrollo de huertas, el cuidado de plantas y la conservación de semillas se convierten en labores fundamentales, principalmente realizadas por mujeres: es el rol tradicional de las curadoras de semillas. Esta figura histórica y relevante para el mundo de las culturas campesinas se ve afectado por un modelo de producción agrícola que cada vez depende más de insumos externos a los territorios como semillas, fertilizantes, plaguicidas y, con ello, la pérdida de la identidad campesina rural.
Las curadoras de semillas han sido las encargadas de preservar la diversidad genética de las plantas cultivadas, asegurando la continuidad de especies autóctonas esenciales para la alimentación y la cultura de nuestras comunidades. Este conocimiento, transmitido de abuelas a madres e hijas, es un tesoro invaluable que enfrenta retos en la actualidad.
A través de una serie de publicaciones, El Informador abordara múltiples temas esenciales para comprender el trabajo de este oficio. Se explorará el rol de las curadoras de semillas, la calendarización de sus labores, las formas de resguardo de semillas y plantas, y el significado e importancia de los trafkintu (intercambio de semillas, plantas y conocimiento). Además, se discutirán los desafíos que enfrentan las curadoras de semillas en una agricultura que ha perdido identidad local y como a través del rol de consumidor podemos promover y ayudar activamente a recuperar biodiversidad, patrimonio e identidad cultural.
El objetivo de estas publicaciones es generar conciencia sobre la importancia de las curadoras de semillas y fomentar un diálogo sobre su relevancia en la sociedad actual mediante entrevistas, testimonios y análisis. Se espera que las historias compartidas inspiren a nuevas generaciones a involucrarse en la conservación de las semillas y a valorar su patrimonio cultural.