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martes, julio 2, 2024
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Si Hubiésemos Estado en Río

Por Daniza Hernández 

Cada vez que el río Imperial cobra una víctima sentimos una pena en el corazón, es como si estuviéramos conectados umbilicalmente al río Imperial, pero sus engañosas corrientes también nos desconocen.

Cuando me enteré de la muerte de Joaquín sentí mucha tristeza, entrenamos juntos, siempre le gustó el deporte y las aventuras, éramos un buen lote de amigos, algunos de la natación, otros de la iglesia, pero todos nos reunimos en el improvisado gimnasio, ubicado justo detrás del ciber donde Joaquín trabajaba, un espacio especial creado por su jefe y amigo, El Titi.

De ese grupo salieron triatletas, corredores de trail y nadadores, estos últimos los más sujetos al peligro, los más osados y de quienes también se cuentan historias. Yo era de grupo, igual que Joaquín y aunque un nadador siempre sabe que los ríos son engañosos, el agua embruja y a veces hasta nubla la razón. 

En Carahue nunca necesitamos vacaciones porque teníamos el río y con eso era más que suficiente, aunque a veces nos sentíamos demasiado seguros en el agua, el agua siempre se encargaba de recordarnos que era ella la que dirigía la brazada y no al revés, era fácil perder la noción en el río, incluso cuando piensas que estas cerca de tocar tierra, un remolino te arrebata y te mantiene prisionero hasta la otra corriente afortunada te recoge, pero a veces simplemente no te libera. 

También recuerdo a Olga, nadábamos juntas, ella aprendió a nadar porque no pudo rescatar a su abuelo que se le escapó de las manos, viendo cómo se hundía en las aguas del Río Imperial, así que se volvió la mejor de todas, competimos muchas veces y siempre nos sacaba ventaja.

Cada vez que pienso en Joaquín vuelvo al río, en aquella época donde nadábamos todos. Siento el olor del agua, la temperatura, la marea, el ritmo de las olas, el sol rebotando en el agua. Si hubiese estado Titi, Nico, Martín, yo, lo habríamos rescatado, pero estaba solo con el agua, en otra época, con otras personas, un desafortunado día de diciembre. 

Después de enterarme de la noticia, encontré una publicación de Titi, su amigo y ex jefe quien lo describe como «desordenado, inquieto, con gran voluntad», así era Joaquín, soñador, disciplinado, aventurero, alegre, pero también un muchacho solitario. Un buen muchacho, amable y risueño, con sus propias luchas. 

Extiendo mis más sinceras condolencias a la familia y amigos. Dios les de consuelo y paz, un sincero abrazo en esta época de tristeza.

Y vuelvo a esa frase una y otra vez, cuando se muere un carahuino, nadie vuelve a ser lo que era. 

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